Don Pedro Santos Vivoni Battistini
Primer Alcalde en Propiedad (electo) de Lajas
Nació Pedro Santos Vivoni el día 1 de mayo de 1840 en el poblado de Siseo, cantón de Brando de la isla de Córcega, en Francia. Fueron sus padres Don Pedro Juan Vivoni Santoni y Doña María Juana Battistini, oriundos ambos del mismo poblado de Siseo. El matrimonio procreó seis hijos, siendo Pedro Santos el primogénito. Sus hermanos lo fueron Luisa, Santa, Colombano, Pascal y Marie.
La familia contaba con pocos recursos económicos y solo se mantenían con los beneficios que le proporcionaban sus pequeñas cosechas de uvas, aceitunas y castañas que vendían al comercio de la cercana ciudad de Bastía.
Los estudios elementales de todos los hermanos fueron obtenidos en Siseo en escuelas particulares ya que Córcega en aquella época no contaba con un sistema educativo gubernamental. Más tarde Pedro Santos fue internado en el Liceo de Bastía, un colegio privado para varones, donde adquirió una educación más avanzada hasta que en el año 1856, al cumplir sus diez y seis años, terminó los cursos ofrecidos en dicha institución.
Su tío, Don Santos Battistini, casado con Doña Carmen Borras, eran dueños del Colegio San Antonio, una escuela privada en la ciudad de San Germán de Puerto Rico. Pensaron que su sobrino Pedro Santos podría ayudarles como maestro de francés en su colegio y así se lo hicieron saber a su cuñado Don Pedro Juan. El padre vio una magnífica oportunidad de progreso para su hijo en América y aceptó que viajara a Puerto Rico.
El 10 de enero de 1857, cuando todavía era un joven de diez y seis años, llegó a la isla, luego de que sufriera el naufragio, frente a las costas de Rincón, de la goleta "La Cumba" que le traía desde San Tomas junto a un amigo de apellido Bonavita.
Su tío Santos lo recibió en su hogar de San Germán y le dio el trabajo de maestro en su Colegio, trabajo por el que devengaba el sueldo de 12 escudos más el hospedaje y las comidas.
Después de incursionar por tiempo breve como propietario de una Sociedad Mercantil en sociedad con un primo suyo de nombre Silvio, contrajo nupcias con la señorita Concepción Ramírez de Arellano, hija de Don José Antonio Ramírez de Arellano y de Doña María Soledad Ramírez de Arellano el 23 de abril de 1860.
De ese matrimonio nacieron once hijos, a saber: Soledad, María Juana, José Antonio, Juanita, Eugenia, Pedro, Enrique, Tomás, Alfredo, gemelo con Armando y Laura.
Para el verano del 1861 parte solo para Europa con el propósito de pasar un tiempo con su padre y demás familiares. Una vez allí dispone la construcción de una residencia, pues acariciaba la idea de regresar a la patria. También se compromete a pagar los estudios de su hermano Pascal tan pronto éste concluya sus estudios intermedios en el Liceo de Bastía. Facilita fondos a su padre para la compra de propiedades en Siseo y al cabo de dos años regresa a Puerto Rico en octubre de 1863.
Su matrimonio trajo fortuna a Don Pedro Santos, pues su señora esposa heredó, junto a sus hermanas, la inmensa riqueza de su tío Don Tomás Ramírez de Arellano quien falleciera el 29 de abril de 1864. Pedro Santos se constituyó en el administrador de las propiedades y el capital de su esposa y sus cuñadas.
Según pasan los años, siendo aficionado a la lectura, va convirtiéndose en un erudito en diversas materias a la vez que dominaba a plenitud la administración de las fincas de la familia de su esposa, compenetrándose totalmente en el quehacer agrícola.
Se dio a conocer como fiel cumplidor de sus compromisos comerciales y atendía con elegancia a los sociales. Por eso cultivó muchas amistades entre los ciudadanos de la región suroeste de la isla y sus sabios consejos eran siempre muy apreciados por sus compatriotas corsos, así como por los puertorriqueños.
Nunca descartó la idea de repatriarse, aunque llegó a estimar y querer más a su bella Borinquen. Por eso, además de atender los negocios de la familia, se involucró en la Masonería, que en aquella época era perseguida por el Gobierno Español. También se adentró de lleno en la política local e insular.
En el 1884 decide que sus hijos Pedro y Enrique, de once y nueve años respectivamente, deberán partir para Europa donde habrán de seguir sus estudios. Así se hizo y los niños fueron internados en el famoso Liceo de Bastía.
Como prometiera algunos años antes, Pedro Santos pagó los estudios de su hermano Pascal en la Universidad de Nápoles, Italia, y éste se viene a Puerto Rico a raíz de su graduación e internado como Doctor en Medicina y Cirugía en el año de 1880.
Como la familia Vivoni Ramírez pasaba temporadas en su finca "Resolución", cercana al poblado de Lajas, que entonces era parte de la Villa de San Germán, Pedro Santos tomó interés destacado en los problemas que aquejaban a la vecindad. Pensó que la mayoría de los problemas se resolverían si Lajas tuviera personalidad propia y empezó a gestionar la separación de ese poblado de la Villa de San Germán. Sus iniciativas con el Gobernador General Miguel de la Vega Inclán tuvieron éxito y Lajas fue segregado en enero de 1883 nombrando el Gobernador a Don Pedro Santos Vivoni como su primer alcalde. Puesto que ocupará por un segundo término en el 1887.
El 3 de noviembre de 1887, mediante la Escritura # 696 del Notario Santiago R. Palmer, el señor Carlos Pelissie Miranda y Castro, vende a los hermanos Pedro y Pascal Vivoni 1780 cuerdas de terreno que constituían las haciendas Amistad y Unión, por cien mil pesos, moneda corriente comercial en el país.
En el 1890, cuando ya su hija menor contaba con diez años de edad, decide partir con toda su familia para Córcega. Atendiendo los negocios quedarán sus hijos José Antonio, Eugenia y Juanita.
Al llegar a Siseo encuentra que su casa no ha sido terminada y se ve obligado a alquilar y amueblar otra casa en Bastía, la número 13 junto a la Plaza San Nicolás. Interna a sus hijos varones en el Liceo y a Laura, la menor, en un colegio de Hermanitas religiosas. Soledad, la mayor, fue enviada a España con su tía Obdulia Ramírez.
Su estadía de tres años en Córcega fue muy accidentada por motivos de salud, los estudios de sus hijos, y los negocios en Puerto Rico no marchaban bien ocasionándole escasez de recursos en muchas ocasiones.
Afines de 1893 regresó la familia a Puerto Rico, dejando allí a sus hijos Pedro, Enrique, Tomás y Alfredo quienes asistían a las escuelas correspondientes a sus edades. Unos en París, otro en Aix y los menores en Bastía.
Sigue aquí dedicado a la política y para el 1898, al filo de la transición de la isla al Gobierno de Estados Unidos como resultado de la guerra Hispanoamericana, Don Pedro Santos fue quien encontró una solución aceptable al canje de la moneda española al dólar americano. Había gran riesgo de que muchos intereses fueran afectados adversamente luego del canje, y cundió el pánico y la incertidumbre. Esto fue motivo de muy honda preocupación para el presidente Theodore Roosevelt, quien envió al mismísimo tesorero de los Estados Unidos a Puerto Rico para buscar solución al problema.
Al ser llamado a la presencia del Honorable Tesorero, don Pedro sugirió el canje mediante la evaluación de monedas a base del oro que se podía adquirir con ellas, esto es, si tantas monedas españolas compraban tantas onzas de oro, se cambiaban por aquel número de dólares que compraban las onzas de oro. Esa solución fue finalmente aceptada y todas las partes quedaron satisfecha.
Para el 1900 fue nombrado Representante a la Cámara de Delegados por el Distrito de Aguadilla, y habiendo estado actuando como alcalde interino de Lajas tras la renuncia del incúmbete, Francisco Vélez, presentó su renuncia a esa plaza. Al vencerse el término en la Cámara de Delegados, volvió a la alcaldía por tercera vez hasta el 1902, cuando Eustaquio Balzac fue electo para ese puesto.
En ese entonces partió de nuevo para Córcega con su familia a pesar de haber sido nombrado otra vez como Representante a la Cámara de Delegados.
Estando en Siseo tuvo la inmensa pena de perder a su hija Juanita, el 30 de septiembre de 1903. A los dos meses y medio, el 13 de diciembre de 1903, murió Don Pedro Santos a la edad de 63 años y mientras recitaba unos versos de Dante en la sala de la casa que había ordenado construir años antes, y en presencia de toda su familia.
Fue enterrado el día 15 de diciembre de 1903 en el cementerio privado de la familia Vivoni cercano a su residencia. Sus restos descansan bajo una lápida de mármol en la que aparece inscrito como Honorable Representante a la Cámara de Delegados de Puerto Rico.
En el periódico "The Puerto Rico Eagle" que para la época se publicaba en la isla, entre otras notas, figura una que lee:
"Nuestro querido y respetable amigo, Don Pedro Santos Vivoni, falleció esta mañana en Siseo, Córcega, su país natal. Ese infausto acontecimiento, que agobia de dolor a la tan atribulada familia Vivoni, ha causado profunda y dolorosa impresión en todas las clases sociales. Puede decirse que San Germán, Lajas, Yauco y Sabana Grande estén de duelo, dado el sin número de amigos y las grandes y merecidas simpatías que en dichos pueblos, así como en otros de la isla, gozaba el finado".
La familia contaba con pocos recursos económicos y solo se mantenían con los beneficios que le proporcionaban sus pequeñas cosechas de uvas, aceitunas y castañas que vendían al comercio de la cercana ciudad de Bastía.
Los estudios elementales de todos los hermanos fueron obtenidos en Siseo en escuelas particulares ya que Córcega en aquella época no contaba con un sistema educativo gubernamental. Más tarde Pedro Santos fue internado en el Liceo de Bastía, un colegio privado para varones, donde adquirió una educación más avanzada hasta que en el año 1856, al cumplir sus diez y seis años, terminó los cursos ofrecidos en dicha institución.
Su tío, Don Santos Battistini, casado con Doña Carmen Borras, eran dueños del Colegio San Antonio, una escuela privada en la ciudad de San Germán de Puerto Rico. Pensaron que su sobrino Pedro Santos podría ayudarles como maestro de francés en su colegio y así se lo hicieron saber a su cuñado Don Pedro Juan. El padre vio una magnífica oportunidad de progreso para su hijo en América y aceptó que viajara a Puerto Rico.
El 10 de enero de 1857, cuando todavía era un joven de diez y seis años, llegó a la isla, luego de que sufriera el naufragio, frente a las costas de Rincón, de la goleta "La Cumba" que le traía desde San Tomas junto a un amigo de apellido Bonavita.
Su tío Santos lo recibió en su hogar de San Germán y le dio el trabajo de maestro en su Colegio, trabajo por el que devengaba el sueldo de 12 escudos más el hospedaje y las comidas.
Después de incursionar por tiempo breve como propietario de una Sociedad Mercantil en sociedad con un primo suyo de nombre Silvio, contrajo nupcias con la señorita Concepción Ramírez de Arellano, hija de Don José Antonio Ramírez de Arellano y de Doña María Soledad Ramírez de Arellano el 23 de abril de 1860.
De ese matrimonio nacieron once hijos, a saber: Soledad, María Juana, José Antonio, Juanita, Eugenia, Pedro, Enrique, Tomás, Alfredo, gemelo con Armando y Laura.
Para el verano del 1861 parte solo para Europa con el propósito de pasar un tiempo con su padre y demás familiares. Una vez allí dispone la construcción de una residencia, pues acariciaba la idea de regresar a la patria. También se compromete a pagar los estudios de su hermano Pascal tan pronto éste concluya sus estudios intermedios en el Liceo de Bastía. Facilita fondos a su padre para la compra de propiedades en Siseo y al cabo de dos años regresa a Puerto Rico en octubre de 1863.
Su matrimonio trajo fortuna a Don Pedro Santos, pues su señora esposa heredó, junto a sus hermanas, la inmensa riqueza de su tío Don Tomás Ramírez de Arellano quien falleciera el 29 de abril de 1864. Pedro Santos se constituyó en el administrador de las propiedades y el capital de su esposa y sus cuñadas.
Según pasan los años, siendo aficionado a la lectura, va convirtiéndose en un erudito en diversas materias a la vez que dominaba a plenitud la administración de las fincas de la familia de su esposa, compenetrándose totalmente en el quehacer agrícola.
Se dio a conocer como fiel cumplidor de sus compromisos comerciales y atendía con elegancia a los sociales. Por eso cultivó muchas amistades entre los ciudadanos de la región suroeste de la isla y sus sabios consejos eran siempre muy apreciados por sus compatriotas corsos, así como por los puertorriqueños.
Nunca descartó la idea de repatriarse, aunque llegó a estimar y querer más a su bella Borinquen. Por eso, además de atender los negocios de la familia, se involucró en la Masonería, que en aquella época era perseguida por el Gobierno Español. También se adentró de lleno en la política local e insular.
En el 1884 decide que sus hijos Pedro y Enrique, de once y nueve años respectivamente, deberán partir para Europa donde habrán de seguir sus estudios. Así se hizo y los niños fueron internados en el famoso Liceo de Bastía.
Como prometiera algunos años antes, Pedro Santos pagó los estudios de su hermano Pascal en la Universidad de Nápoles, Italia, y éste se viene a Puerto Rico a raíz de su graduación e internado como Doctor en Medicina y Cirugía en el año de 1880.
Como la familia Vivoni Ramírez pasaba temporadas en su finca "Resolución", cercana al poblado de Lajas, que entonces era parte de la Villa de San Germán, Pedro Santos tomó interés destacado en los problemas que aquejaban a la vecindad. Pensó que la mayoría de los problemas se resolverían si Lajas tuviera personalidad propia y empezó a gestionar la separación de ese poblado de la Villa de San Germán. Sus iniciativas con el Gobernador General Miguel de la Vega Inclán tuvieron éxito y Lajas fue segregado en enero de 1883 nombrando el Gobernador a Don Pedro Santos Vivoni como su primer alcalde. Puesto que ocupará por un segundo término en el 1887.
El 3 de noviembre de 1887, mediante la Escritura # 696 del Notario Santiago R. Palmer, el señor Carlos Pelissie Miranda y Castro, vende a los hermanos Pedro y Pascal Vivoni 1780 cuerdas de terreno que constituían las haciendas Amistad y Unión, por cien mil pesos, moneda corriente comercial en el país.
En el 1890, cuando ya su hija menor contaba con diez años de edad, decide partir con toda su familia para Córcega. Atendiendo los negocios quedarán sus hijos José Antonio, Eugenia y Juanita.
Al llegar a Siseo encuentra que su casa no ha sido terminada y se ve obligado a alquilar y amueblar otra casa en Bastía, la número 13 junto a la Plaza San Nicolás. Interna a sus hijos varones en el Liceo y a Laura, la menor, en un colegio de Hermanitas religiosas. Soledad, la mayor, fue enviada a España con su tía Obdulia Ramírez.
Su estadía de tres años en Córcega fue muy accidentada por motivos de salud, los estudios de sus hijos, y los negocios en Puerto Rico no marchaban bien ocasionándole escasez de recursos en muchas ocasiones.
Afines de 1893 regresó la familia a Puerto Rico, dejando allí a sus hijos Pedro, Enrique, Tomás y Alfredo quienes asistían a las escuelas correspondientes a sus edades. Unos en París, otro en Aix y los menores en Bastía.
Sigue aquí dedicado a la política y para el 1898, al filo de la transición de la isla al Gobierno de Estados Unidos como resultado de la guerra Hispanoamericana, Don Pedro Santos fue quien encontró una solución aceptable al canje de la moneda española al dólar americano. Había gran riesgo de que muchos intereses fueran afectados adversamente luego del canje, y cundió el pánico y la incertidumbre. Esto fue motivo de muy honda preocupación para el presidente Theodore Roosevelt, quien envió al mismísimo tesorero de los Estados Unidos a Puerto Rico para buscar solución al problema.
Al ser llamado a la presencia del Honorable Tesorero, don Pedro sugirió el canje mediante la evaluación de monedas a base del oro que se podía adquirir con ellas, esto es, si tantas monedas españolas compraban tantas onzas de oro, se cambiaban por aquel número de dólares que compraban las onzas de oro. Esa solución fue finalmente aceptada y todas las partes quedaron satisfecha.
Para el 1900 fue nombrado Representante a la Cámara de Delegados por el Distrito de Aguadilla, y habiendo estado actuando como alcalde interino de Lajas tras la renuncia del incúmbete, Francisco Vélez, presentó su renuncia a esa plaza. Al vencerse el término en la Cámara de Delegados, volvió a la alcaldía por tercera vez hasta el 1902, cuando Eustaquio Balzac fue electo para ese puesto.
En ese entonces partió de nuevo para Córcega con su familia a pesar de haber sido nombrado otra vez como Representante a la Cámara de Delegados.
Estando en Siseo tuvo la inmensa pena de perder a su hija Juanita, el 30 de septiembre de 1903. A los dos meses y medio, el 13 de diciembre de 1903, murió Don Pedro Santos a la edad de 63 años y mientras recitaba unos versos de Dante en la sala de la casa que había ordenado construir años antes, y en presencia de toda su familia.
Fue enterrado el día 15 de diciembre de 1903 en el cementerio privado de la familia Vivoni cercano a su residencia. Sus restos descansan bajo una lápida de mármol en la que aparece inscrito como Honorable Representante a la Cámara de Delegados de Puerto Rico.
En el periódico "The Puerto Rico Eagle" que para la época se publicaba en la isla, entre otras notas, figura una que lee:
"Nuestro querido y respetable amigo, Don Pedro Santos Vivoni, falleció esta mañana en Siseo, Córcega, su país natal. Ese infausto acontecimiento, que agobia de dolor a la tan atribulada familia Vivoni, ha causado profunda y dolorosa impresión en todas las clases sociales. Puede decirse que San Germán, Lajas, Yauco y Sabana Grande estén de duelo, dado el sin número de amigos y las grandes y merecidas simpatías que en dichos pueblos, así como en otros de la isla, gozaba el finado".
✏️Enrique E. Vivoni Acosta
El autor es nieto de don Pedro Santos Vivoni
Revista de la Sociedad Histórica de Lajas
Julio-Diciembre 1993 - Año II Número III
El autor es nieto de don Pedro Santos Vivoni
Revista de la Sociedad Histórica de Lajas
Julio-Diciembre 1993 - Año II Número III
Comenta en Facebook y Twitter lo que has leído en YoSoyLajas.Org.